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La artesana

Para los amantes de la paz, un regalo de Gerardo González Quesada

La historia de la humanidad, conceptualizada por Carlos Marx, está en la lucha de clases. A lo largo de miles de años las guerras han provocado desolación, muerte, destrucción y sembrado odio y rencores en las más diversas culturas y regiones del planeta.

De aquellas contiendas caracterizadas por la presencia de miles de hombres en el campo de batalla, la ciencia y la tecnología, en los últimos 60 años  han multiplicado con extraordinaria rapidez el poder destructivo de las armas modernas.

Hoy, las mayores potencias del mundo, encabezadas por el gobierno de los Estados Unidos de América tienen arsenal suficiente, como ha explicado el compañero Fidel Castro, Líder de la Revolución Cubana, para exterminar el planeta, o al menos provocar la muerte inmediata de miles de millones de personas sin necesidad, incluso, de apelar al armamento nuclear.

Tamaña realidad obliga a reflexionar con serenidad lo que está en juego. y sobre todo, la enorme responsabilidad que corresponde al presidente Barack Obama, si diera la orden de ataque contra Irán.

Nuestro Comandante en Jefe viene alertando acerca de esta compleja situación en sus últimas reflexiones y en efecto se trata, como él dijo de mover al mundo en aras de evitar el holocausto nuclear, virtualmente a las puertas.

No es la prepotencia, ni la arrogancia y mucho menos el ejercicio del poder, lo que favorecerá las negociaciones, ni un clima de distensión entre los Estados Unidos y su acólito Israel, respecto al programa nuclear de la nación Persa.

La política de doble rasero preconizada por la Casa Blanca responde al concepto equivocado de Seguridad Nacional que ellos esgrimen, so pretexto para el negocio de la guerra y las multimillonarias ganancias que obtiene el complejo militar-industrial. Ahí están los 20 F-35 (modernos cazabombarderos) que los yanquis le venderán a Israel y que financiarán con el paquete de más de tres mil millones de dólares de ayuda que le darán su gendarme del Oriente Medio.

Si de ética y moral se habla es muy difícil creer en las promesas del gobierno norteamericano. La historia demuestra que ni con sus mejores aliados son fieles, Pero la presión internacional a favor de la negociación tiene que seguir multiplicándose por el bien  de todos.

Tal parece que vivimos en un mundo donde el dominio de las zonas de influencia económica, como nuevo reparto del mundo, fuera lo primario y se echara a un lado la prioridad de salvar a la especie humana y al planeta.

Son problemas muy serios en los cuales, no pocos y reconocidos hombres de ciencia dan argumentos suficientes para saber que el cambio climático, el vertiginoso agotamiento de los recursos naturales  no renovables y la disminución del grosor de la capa de los hielos perpetuos forman parte de una realidad letal que puede ser evitada, si se actúa a tiempo.

Comprender esta urgencia va más allá de políticas e ideologías, se trata de humanismo, y de sentido de racionalidad para defender el plantea y la vida misma.

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